La plazoleta del Chorro de Quevedo, ubicada en la calle 13 con carrera 2ª, en pleno corazón de Bogotá, se caracteriza por tener como vecinos a cafés, restaurantes y bares, pero muy pocos de sus asiduos visitantes conocen la historia y la magia que esconde este lugar.
Este sitio es de especial interés para los jóvenes universitarios del sector, quienes en las tardes y noches de la fría Bogotá concurren a la plazoleta y se sientan alrededor de la pileta a escuchar a cuenteros, grupos musicales, a ver malabaristas y demás artistas que ocasionalmente acuden a la zona. La hermosa plazoleta atrae a jóvenes, a turistas, a artistas reuniéndolos en ambiente de luces de neón que contrastan con la arquitectura colonial.
En el día, la plazoleta deja ver su pileta, la capilla y aquel gran muro que acoge personajes enigmáticos que parecen moverse y observar a las personas que pasan diariamente por este famoso lugar.
Turistas y curiosos asisten al chorro porque suponen que en sus calles y en sus casas hay historia. Pero ¿qué pasó realmente en ese lugar donde hoy se siente el olor a café, a marihuana, a chicha, a dulce y a cigarrillo?, ¿qué es lo que esconden las calles empedradas, las casas, la pequeña capilla y la pileta?
Según los primeros cronistas de Bogotá, el chorro de Quevedo era un escampado en la montaña donde el Zipa (cacique) Muizca descansaba y podía tener una visión amplia de la sabana.
En este blog encontrarán un proyecto que estamos realizando diseñadores y arquitectos de la Universidad Javeriana en Colombia en conjunto con arquitectos españoles del grupo Esaya. Estamos trabajando sobre un solar en Bogotá que se llama el Chorro de Quevedo con el fin de hacer una intervención en la fuente central que genere una reacción entre las personas que lo frecuentan.
4 feb 2007
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